"Worthless"

Growing up, I struggled with feelings of worthlessness and inadequacy. I didn’t have the gospel in my youth and never knew who I really was. These feelings grew as I got older. I felt like I was nothing, like I didn’t matter, like I wasn’t important, like I was worthless.

I joined the Church of Jesus Christ of Latter-Day Saints in my early twenties and began to study and learn the gospel. The teachings of Christ felt familiar and were comforting to me. I served a mission and strengthened my relationship with Jesus Christ and Heavenly Father, still not understanding my divine nature and infinite worth.

Time went by. I married in the temple. I raised three children. I served in many different callings. I made time for the Lord every day and somewhere along the way, my soul awoke to the truth that I mattered, that I was unique, that I was special. Through the whisperings of the Holy Ghost, I began to feel that these things were true, that I was important, that I was seen, that I was known.

I can say today that Heavenly Father loves me and that I am cherished. I know Jesus Christ loves and values me because I feel it. I feel His everlasting kindness and mercy on a daily basis. The depth of His love for me and for you is beyond comprehension. He was thinking about us and praying for us as He performed the greatest sacrifice in the history of the world.

In a 2018 General Conference address, Elder Massimo De Feo shared:

“In the midst of His greatest pain, in the garden that night, He was the one who needed help, suffering in a way that we cannot even imagine or comprehend. But in the end, He forgot about Himself and prayed for us until He paid the full price… He paid for something that He had not done. He paid for sins that He had not committed. Why? Pure love.”

I use to think I was nothing but now I know I am everything...to Him.

Stacy Berglund

Mary Lake Ward

Traducir por Hno NeVille

Al crecer, luché con sentimientos de inutilidad e insuficiencia. No tuve el evangelio en mi juventud y nunca supe quién era realmente. Estos sentimientos crecieron a medida que crecía. Sentía que no era nada, que no importaba, que no era importante, que no valía nada.

Me uní a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días cuando tenía poco más de veinte años y comencé a estudiar y aprender el Evangelio. Las enseñanzas de Cristo me resultaban familiares y reconfortantes. Serví en una misión y fortalecí mi relación con Jesucristo y el Padre Celestial, aún sin comprender mi naturaleza divina y mi valor infinito.

El tiempo pasó. Me casé en el templo. Crié tres hijos. Serví en muchos llamamientos diferentes. Hice tiempo para el Señor todos los días y en algún lugar del camino, mi alma se despertó a la verdad de que yo importaba, que era único, que era especial. A través de los susurros del Espíritu Santo, comencé a sentir que estas cosas eran ciertas, que yo era importante, que me veían, que me conocían.

Puedo decir hoy que el Padre Celestial me ama y que soy apreciado. Sé que Jesucristo me ama y me valora porque lo siento. Siento su eterna bondad y misericordia a diario. La profundidad de Su amor por mí y por ti está más allá de la comprensión. Estaba pensando en nosotros y orando por nosotros mientras realizaba el mayor sacrificio en la historia del mundo.

En un discurso de la Conferencia General de 2018, el élder Massimo De Feo compartió:

“En medio de Su mayor dolor, en el jardín esa noche, Él era quien necesitaba ayuda, sufriendo de una manera que ni siquiera podemos imaginar o comprender. Pero al final, Él se olvidó de Sí mismo y oró por nosotros hasta que pagó el precio total… Él pagó por algo que no había hecho. Él pagó por los pecados que no había cometido. ¿Por qué? Amor puro."

Solía ​​pensar que no era nada, pero ahora sé que lo soy todo... para Él.

stacy berglund

Distrito de Mary Lake