Part II Covenants Help Us Know Who We Really Are
God has made covenants with His faithful children since the beginning of the world. For example, Abraham was a great prophet who desired righteousness and obeyed all of God’s commandments—including the command to offer as a sacrifice his precious son, Isaac. Because of Abraham’s steadfast obedience, God made a covenant with him and promised the glorious blessings of a great posterity and that the nations of the earth would be blessed through his “seed.”
All nations are blessed by Abraham’s posterity because his “seed” have the responsibility to share the gospel of Jesus Christ and invite all to receive by proper priesthood authority the ordinances of salvation and exaltation. The Lord later renewed this covenant with Abraham’s son, Isaac, and his grandson, Jacob, and today through us who live and serve in the latter-day dispensation of the fulness of times.
How do these promises and blessings relate to you? Either by literal lineage or adoption, you are a rightful heir to God’s promises to Abraham. You are to bless the sons and daughters of God by testifying of the divinity of Jesus Christ, declaring the message of His restored gospel, and inviting all to receive sacred covenants and priesthood ordinances. We are sons and daughters of God and Abraham’s “seed.” We were foreordained in the premortal existence to come to earth and help to fulfill the covenant and promises God made to Abraham. That is who we are, and that is why we are here—today and always.
-Elder David A. Bednar
Parte II Los convenios nos ayudan a saber quiénes somos realmente
Dios ha hecho pactos con sus hijos fieles desde el principio del mundo. Por ejemplo, Abraham fue un gran profeta que deseó la rectitud y obedeció todos los mandamientos de Dios, incluido el mandamiento de ofrecer como sacrificio a su precioso hijo Isaac. Debido a la inquebrantable obediencia de Abraham, Dios hizo un pacto con él y le prometió las gloriosas bendiciones de una gran posteridad y que las naciones de la tierra serían bendecidas a través de su “descendencia”. Todas las naciones son bendecidas por la posteridad de Abraham porque su “descendencia” tiene la responsabilidad de compartir el evangelio de Jesucristo e invitar a todos a recibir, mediante la debida autoridad del sacerdocio, las ordenanzas de salvación y exaltación. Más tarde, el Señor renovó este convenio con el hijo de Abraham, Isaac, y su nieto, Jacob, y hoy a través de nosotros que vivimos y servimos en la dispensación de los últimos días del cumplimiento de los tiempos.
¿Cómo se relacionan contigo estas promesas y bendiciones? Ya sea por linaje literal o adopción, eres un heredero legítimo de las promesas de Dios a Abraham. Deben bendecir a los hijos e hijas de Dios testificando de la divinidad de Jesucristo, declarando el mensaje de Su evangelio restaurado e invitando a todos a recibir convenios sagrados y ordenanzas del sacerdocio. Somos hijos e hijas de Dios y la “simiente” de Abraham. Fuimos preordenados en la existencia preterrenal para venir a la tierra y ayudar a cumplir el convenio y las promesas que Dios le hizo a Abraham. Eso es lo que somos y por eso estamos aquí, hoy y siempre.
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