When I hear the word “service” I always have an image of me joyfully performing an act of service in a perfect setting under the most ideal circumstances. Maybe it comes from hearing the old adage “service with a smile” and naively thinking that service is always supposed to make us feel happy. However, service doesn’t always bring a smile. Sometimes we feel sad, unhappy, and even wish we didn’t have to do it.
When my sister was dying from cancer, my oldest sister and I, along with her husband took care of her until she passed. We, her caregivers, hardly slept and ate very little during that time because she was in constant need of our help. It was the most difficult thing I’ve ever had to do. It took everything from me physically, emotionally, mentally and spiritually. Did I serve with a smile? No. Did I enjoy it? No. Would I do it for her again? A thousand times, “Yes!” I would not trade one second of that experience for anything because I love her. It also increased my love and gratitude for my Savior, Heavenly Father, the Holy Ghost, and the great Plan of Happiness. I could honestly write an entire book detailing the sacred experiences and blessings that were showered down from Heaven in those precious six days.
There are many times I’ve committed to serve and then wished I didn’t have to or that it could be easier. I learned not to feel shame for having these feelings because the greatest act of service ever performed preceded with the words “...if it be possible, let this cup pass from me…”
So if ever we feel guilt because we don’t feel like whistling, humming, or even smiling while serving let’s remember that it’s not about smiles and feeling happy, it’s about doing what the Savior would do if He were here.
- Jennifer Webb
Cuando escucho la palabra “servicio”, siempre tengo una imagen de mí realizando con alegría un acto de servicio en un entorno perfecto y en las circunstancias más ideales. Tal vez provenga de escuchar el viejo adagio “servicio con una sonrisa” y pensar ingenuamente que se supone que el servicio siempre debe hacernos sentir felices. Sin embargo, el servicio no siempre trae una sonrisa. A veces nos sentimos tristes, infelices e incluso deseamos no tener que hacerlo.
Cuando mi hermana se estaba muriendo de cáncer, mi hermana mayor y yo, junto con su esposo, la cuidamos hasta que falleció. Nosotros, sus cuidadores, apenas dormimos y comimos muy poco durante ese tiempo porque ella necesitaba constantemente nuestra ayuda. Fue lo más difícil que he tenido que hacer. Me quitó todo física, emocional, mental y espiritualmente. ¿Serví con una sonrisa? No. ¿Lo disfruté? No. ¿Lo volvería a hacer por ella? Mil veces, "¡Sí!" No cambiaría ni un segundo de esa experiencia por nada porque la amo. También aumentó mi amor y gratitud por mi Salvador, Padre Celestial, el Espíritu Santo y el gran Plan de felicidad. Honestamente, podría escribir un libro completo detallando las experiencias sagradas y las bendiciones que fueron derramadas desde el cielo en esos preciosos seis días.
Hay muchas veces que me comprometí a servir y luego deseé no tener que hacerlo o que pudiera ser más fácil. Aprendí a no sentir vergüenza por tener estos sentimientos porque el mayor acto de servicio jamás realizado fue precedido por las palabras "... si es posible, pase de mí esta copa ..."
Entonces, si alguna vez nos sentimos culpables porque no tenemos ganas de silbar, tararear o incluso sonreír mientras servimos, recordemos que no se trata de sonreír y sentirnos felices, se trata de hacer lo que haría el Salvador si Él estuviera aquí.
-Jenn Webb
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